BASE BÍBLICA: Lucas 8:43-48
43 Y una mujer que había tenido un flujo de sangre por doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía y no podía ser curada por nadie,
44 se acercó a Jesús por detrás y tocó el borde de su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre.
45 Y Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Mientras todos lo negaban, Pedro dijo, y los que con él estaban: Maestro, las multitudes te aprietan y te oprimen.
46 Pero Jesús dijo: Alguien me tocó, porque me di cuenta que de mí había salido poder.
47 Al ver la mujer que ella no había pasado inadvertida, se acercó temblando, y cayendo delante de Él, declaró en presencia de todo el pueblo la razón por la cual le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
48 Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz.
INTRODUCCION:
Cuando Jesús iba camino a casa de Jairo, muchas personas lo rodeaban, por lo que era difícil pasar entre la multitud para alcanzarlo. Sin embargo, leemos que una mujer que estaba enferma con un flujo de sangre por doce años, logró llegar hasta Jesús y al tocar el borde de su manto, al instante sanó.
Llama la atención que esta mujer había invertido todo lo que tenía en médicos, y ninguno había podido curarla. En algún momento de su vida, reconoció que necesitaba un milagro, y que ese milagro podía venir solamente de Dios todopoderoso, por lo que tomó la decisión de llegar hasta Jesús. Es importante mencionar que en esa época, de acuerdo a la Ley judía, un hombre que tocaba a una mujer que menstruaba se contaminaba (Levítico 15:19-28). Ya sea que el flujo fuera normal o como en el caso de esta mujer, que se debiera a una enfermedad. Para protegerse de esta contaminación, los hombres judíos evitaban tocarlas, hablarles o aún mirarlas.
Aún así, vemos que a la mujer no la limitó el sentirse menospreciada por los hombres, ni buscó evitarlos, sus ojos solamente estaban puestos en la manera de llegar a Jesús. Su determinación y su fe logró alcanzar a Jesús, tocarlo de una manera especial, y recibir su milagro.
48 Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz.
Jesús no solamente la sanó, cuando sintió que poder salió de Él por la forma en que ella lo tocó, sino que además la llamó hija. La llamó hija! Reconociéndola como parte de su familia.
Una vez más, Jesús proclama delante de cientos de personas su gracia y misericordia al sanar a esta mujer, quien era considerada impura y menospreciada. El la restaura a una vida normal. La considera digna de respeto y reconocimiento. Y públicamente Jesús elogia su fe y le concede el milagro que ella buscaba. Jesús es la fuente que limpia la impureza de nuestra vida y nuestro corazón.
Había mucha gente rodeando a Jesús, multitudes que lo apretaban y lo oprimían; pero esta mujer lo buscó, lo alcanzó, y lo tocó de una manera especial, muy diferente a todos los demás. Tanto así, que Jesús de inmediato lo notó.
¿Cómo es que nosotros nos acercamos a Jesús? ¿Lo hacemos como las multitudes, o de una manera especial: con fe? ¿Creemos verdaderamente que Él puede hacer ese milagro que estamos buscando?
PARA COMPARTIR EN GRUPO:
¿Qué características o comportamientos de la mujer, podían haber impedido el que se encontrara con Jesús?
¿Qué características o comportamientos de la mujer, permitieron que se encontrara con Jesús?
1.- Enferma (con flujo de sangre).
Doce años tenía la mujer con esta enfermedad, había gastado todo lo que tenía en médicos, y ninguno había podido curarla. Tardó doce años en darse cuenta de que Jesús era el Médico de médicos, y buscó llegar hasta Él para recibir su sanidad.
(Mateo 15:30)
2.- Menospreciada.
La mujer no solamente padecía una enfermedad de años, sino que su situación hacía que la llamaran inmunda e impura, era menospreciada y no podía tener relación con nadie. ¿Crees que podría haber pensado que Jesús mismo la iba a despreciar también? (Salmo 123:3-4)
3.- Enfocada.
Ella lo sabía, “si tan solo toco el borde de su manto“… no tenía la más mínima duda de que si lograba llegar hasta donde estaba Jesús, metiéndose entre la multitud, lograría su milagro. Quizá débil por su enfermedad, pero enfocada, persistente, nada ni nadie la detendría… su visión era clara, llegar hasta tocar al Mesías. (Isaías 40:31)
4.- Sin dinero.
Gastó todo lo que tenía en médicos, y ahora solamente le quedaba buscar al que todo lo puede, al Médico de médicos.
¿Crees que el quedarse sin dinero puede ser una de las razones para buscar al Proveedor, al dueño de todo cuanto existe? (Mateo 6:26-33)
5.- Creyó en Jesús.
Es cuando reconocemos que necesitamos a Dios en nuestra vida, que nos damos cuenta que no hay quien pueda resolver nuestra necesidad y decidimos creerle al hacedor de milagros. La mujer recibió un milagro que solamente puede venir del Todopoderoso y Eterno.
Doce años tardó la mujer para darse cuenta que en Jesús tenía la sanidad. ¿Buscaremos otras instancias antes de buscar y creerle a Jesús? ¿Qué se requiere para recibir un milagro? (Mateo 13:58)
6.- Mujer de Fe.
Sin duda que lo que le llamó la atención a Jesús, fue la manera en que ella lo tocó, diferente a todos los demás que lo apretaban y lo oprimían. El toque de la mujer fue con fe, y eso hizo que Poder saliera de Jesús para limpiarla y sanarla. (Lucas 8:48)
PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN:
1.- ¿Ve Dios a las mujeres como menos que los hombres? (Gálatas 3:28)
2.- ¿Cómo se debe tratar a una mujer? (1 Pedro 3:7)
3.- ¿Qué lugar ocupan las mujeres en el ministerio de Jesús? (Lucas 8:1-3; Marcos 15:40-41)
4.- ¿Cómo tratas a los más débiles, los que están en necesidad? (Salmo 82:3-4)
5.- ¿Has estado en alguna condición en donde te sientes menospreciado? (Salmo 123:3-4)
6.- ¿Crees que Jesús quiere limpiarte y sanarte? (1 Juan 1:9; Lucas 5:13)
7.- ¿Es tu fe suficiente para llamar la atención de Jesús y mover los obstáculos de tu vida? (Mateo 17:20)
CONCLUSIÓN:
Las mujeres con flujo de sangre eran consideradas inmundas e impuras, y las mantenían apartadas, no se podían relacionar con nadie. Esta mujer tenía doce años siendo menospreciada y había gastado en médicos todo lo que tenía sin recibir la cura.
Jesús vino por los enfermos y los pecadores; Él tiene el poder para sanarnos y limpiarnos.
¿Tenemos la fe suficiente para tocar a Jesús y que salga poder de Él para limpiarnos de toda maldad y sanarnos? (1 Juan 1:9)